Es hora de desbloquear la economía forestal

3 de junio de 2025

*Estreno en portugués el31 demayo en O Globo

Gustavo Martins, Lucca Rizzo, Sofía Carra*.

El fotógrafo Sebastião Salgado nos ofreció su sensible perspectiva sobre el bosque y sus gentes, a través de una obra que nos recuerda que naturaleza, biodiversidad y humanidad son inseparables. Él, economista de formación, consiguió traducir en imágenes conceptos científicos complejos, como los ríos voladores, y revelar los valores ancestrales, ecosistémicos y sociales de los bosques.

Aunque estos conocimientos constituyen una parte importante del trabajo del economista-fotógrafo, los bosques y sus beneficios siguen siendo en gran medida invisibles para la economía mundial, contabilizados casi exclusivamente a través de su potencial maderero. Los modelos económicos, financieros y de política pública suelen pasar por alto lo mucho que rinde un bosque en términos de agua, aire, captura de carbono, puestos de trabajo, alimentos, salud pública, desarrollo y reducción de la inflación.

No es por falta de economistas, estudios o datos por lo que no se tienen en cuenta estas variables. Las investigaciones demuestran que los bosques generan billones de dólares en servicios ecosistémicos y sustentan a mil millones de personas en el mundo. Sin embargo, las persistentes barreras financieras y normativas siguen obstaculizando la expansión de la economía basada en los bosques, como ejemplifica el actual déficit de financiación. De los 460.000 millones de dólares anuales necesarios para la conservación y restauración de los bosques del mundo, en realidad se han desembolsado menos de 30.000 millones.

Los foros internacionales son esenciales para generar un mayor compromiso de los distintos países e iniciar la modernización de la comprensión de cómo desarrollar métricas e instrumentos que puedan promover económicamente la conservación y el uso sostenible de los bosques. Brasil, en este sentido, ha desempeñado un papel de liderazgo al proponer agendas y medidas innovadoras que integran los activos forestales en los debates económicos generales.

Como se expone en el estudio recientemente publicado Forest-Related Outcomes from Brazil's G20 Presidency, elaborado por NatureFinance con el apoyo del Institute for Climate and Society (iCS), bajo la presidencia brasileña en 2024, el G20 alcanzó un consenso significativo sobre la importancia de desbloquear instrumentos financieros y de seguros para permitir el uso sostenible de los bosques.

La pionera Iniciativa de Bioeconomía del G20 (GIB) introdujo por primera vez la bioeconomía en un acuerdo multilateral, con unos principios que destacan cómo este conjunto de actividades es fundamental para fomentar el crecimiento económico sostenible de los países del G20. En la Cumbre del G20, los Jefes de Estado se comprometieron a movilizar más financiación para los bosques y subrayaron la relevancia de iniciativas como el Fondo de Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), un ambicioso mecanismo propuesto por Brasil que pretende recaudar 125.000 millones de dólares para remunerar a los países en desarrollo por cada hectárea de bosque tropical conservado.

Sin embargo, estos logros se enfrentan a un contexto difícil: crisis de deuda soberana en los países en desarrollo y debilitamiento de las agendas medioambientales. Mientras tanto, a medida que se intensifican los conflictos, parte de los recursos de los países desarrollados, antes destinados a hacer frente al cambio climático, se han reorientado al gasto militar, socavando el multilateralismo.

Cambiar el paradigma económico en torno a los bosques no sólo busca combatir el cambio climático y preservar los servicios ecosistémicos, sino también crear una oportunidad estratégica para los países con importantes activos forestales. Estos avances diplomáticos reflejan ese potencial, aunque sigue siendo esencial consolidar a nivel nacional la comprensión de que sus beneficios climáticos deben traducirse e incorporarse a los presupuestos públicos, los sistemas de contabilidad y las tesis de inversión.

Ahora que Brasil se prepara para la Cumbre de los BRICS y la COP30, centrará la atención en la aplicación nacional de los compromisos climáticos internacionales, y este es un momento oportuno para pedir un nuevo modelo de desarrollo que sitúe los bosques y la bioeconomía en el centro de las soluciones climáticas y económicas. La agenda forestal de Brasil tiene una influencia mundial indiscutible y debería aprovecharse en todos los ámbitos, no sólo para la eliminación de emisiones, sino también para acelerar la transición energética, la innovación tecnológica y la economía baja en carbono.

*Gustavo Martins es economista y asociado sénior de NatureFinance, Lucca Rizzo es abogada y especialista sénior en Financiación Climática del Instituto para el Clima y la Sociedad, Sofia Carra es ingeniera medioambiental, doctora en ciencias agrícolas y consultora.

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